29 de enero de 2008

Homenaje al espíritu que habla en la mujer

Hoy por hoy, el auge de Internet, la comunicación por chat o vía email, nos permite transmitir en línea nuestros sentimientos y expresar inefables palabras de amor en tiempo real, sin embargo, algo falta para que el mensaje toque las fibras del corazón amado y eso que falta es, LA VOZ.
De los anales de la literatura Chilena, destaco este hermoso poema escrito en recuerdo de una voz que conmueve al hombre, tanto como la voz del ser amado, que inspira este Blog.

Sugerencia: Dado el amor que profesaba el autor de estos versos, a la cultura francesa, recomiendo leer estas hermosas líneas, acompañado de la melodía “Claro de luna” de Debussy, compuesta unos 20 años antes (1891) que el poema, por lo que es muy probable que el autor la conociera.

Tu voz
Tu voz, eso es lo que amo,
más que tu corazón y casi más que a ti:
esa cosa invisible que sale de tus labios,
y junto a mis oídos, triste, viene a morir;
esa cosa tan dulce con que tú me respondes
y con que aquella tarde me dijiste que sí.

Tu voz, eso es lo que amo. ¡Qué bonita es tu voz!
Más que tu cuerpo todo y más que tu alma.
¡Qué manera que tienes de embellecer las sílabas,
gotas del encantado surtidor de tu charla!
¡Cómo vibra en el aire la música pequeña
de tu voz, perfumada de evocaciones claras!
¡Con qué dulzura pende de tu boca graciosa
en invisible y diáfano rosario de palabras!

Tu voz, eso es lo que amo:
el eco triste y trémulo de tu alma triste y trémula;
eso que cuando callas, se aleja hacia la sombra,
y cuando vas a hablarme, desde la sombra llega.
Amo tu voz, tan tenue como la brisa que pasa
rozándole los pétalos al clavel de tus labios,
y otras veces tan ruda, que al escucharla ha sido
como si un viento ronco me devastara el alma.
Cuando tu voz me canta, bella fuente escondida,
se hace alegre la turbia tristeza de mis tardes.
Amada, no me pidas que te bese en la boca;
tu boca es para hablarme.
No quieras que te colme de efusión amorosa;
yo soy para escucharte, sólo para escucharte.

Háblame siempre. Siempre, menos en mi agonía,
porque si en esa hora tu voz me acariciase,
ya la gloria de Dios no me sabría a gloria,
y encontraría débil el coro de los ángeles.

Romeo Murga (1904-1925)
Versión original

De la generación de los años 20, surge en Chile la voz indefectible de Romeo Murga, aquel Poeta Profesor, amigo entrañable de Pablo Neruda y del séquito de intelectuales que les acompañaba regularmente, entre los cuales sobresalen: Aliro Oyarzun , Renato Monestier, Armando Ulloa, Joaquín Cifuentes, Tomas lago, Gerardo Seguel, Yolando Pino, Víctor Barberis o Eusebio Íbar, con quienes habitualmente caminaba en amable tertulia por las avenidas del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, compartiendo la amistad, el compañerismo, la pasión por la literatura y el hambre descarnado, propio de la escasez de recursos con que intentaban ganar un espacio en las letras.

Cito a continuación, este breve relato presente en la Obra de Pablo Neruda “Confieso que he vivido”, en donde muestra la realidad de los poetas melancólicos del Romanticismo:

“Con este Romeo Murga fuimos a leer nuestras poesías a la ciudad de San Bernardo, cerca de la capital. Antes que apareciéramos en el escenario, todo se había desarrollado en un ambiente de gran fiesta; la reina de los Juegos Florales con su corte blanca y rubia, los discursos de los notables del pueblo y los conjuntos vagamente musicales de aquel sitio; pero cuando yo entré y comencé a recitar mis versos con la voz más quejumbrosa del mundo, todo cambió: el público tosía, lanzaba chirigotas y se divertía mucho con mi melancólica poesía. Al ver esta reacción de los bárbaros, apresuré mi lectura y dejé sitio a mi compañero Romeo Murga. Aquello fue memorable, al ver a aquel quijote de dos metros de altura, de ropa oscura y raída, y empezar su lectura con voz aún más quejumbrosa que la mía, el público en masa no pudo ya contener su indignación y comenzó a gritar: “¡Poetas con hambre! ¡Váyanse! No echen a perder la fiesta.”

Singular resulta la interpretación que hace en sus comentarios, del oficio de Poeta. Este hombre, cuya “sensibilidad fina y delicada” al decir de Santiago Aránguiz en su excelente recopilación “Romeo Murga, Obra Reunida” (Ril Editores, año 2003), de existencia breve y fructífera a la vez (muere de Tuberculosis, antes de cumplir los 21 años), notable por su sencillez y humildad, profundo admirador de la cultura francesa, viene a engalanar este espacio consagrado al amor, las artes literarias y el conocimiento de la naturaleza humana.

Sean entonces sus versos, inmortalizados por derecho propio en las amplias bibliotecas de la humanidad.

Por Avedelsur

5 comentarios:

mara dijo...

Avedelsur: Hermoso el poema, queda un sentimiento de infinita pureza y amor .
Los sonidos y las expresiones de cariño es lo que extrañamos cuando no tenemos a la persona amada y nos sentirmos conmovidos cuando en nuestros recuerdos tratamos de escucharla y solo queda las palabras mas no la dulzura expresiva y amorosa de su voz

Anónimo dijo...

Hermoso caudal de sonidos, es la voz dulce, que nos susurra el amor.

Mª Ángeles Díaz dijo...

Hola Avedelsur, tu post me hizo recordar que el sonido se propaga por el viento. Hay un pueblo asiático, que no recuerdo como se llama, donde las mujeres educan la voz para cantar las leyendas de su pueblo y su cosmogonía. Y las muchachas que son llamadas a la música reciben instrucción de una mujer sabia que las instruye en el sonido de la montaña y del viento.
Me gustaría saber más de ese pueblo y de esa clase de amor.
Un abrazo.

AnaR dijo...

A veces, excepcionalmente, es tan inmensa la palabra,las palabras en su sentír que ellas mismas se convierten, se transforman en voz...y única.

Saludos

Polvorilla dijo...

El poema me ha llegado a lo más profundo, es bellísimo, como la voz puede ser la suma de la totalidad del ser.
Felicidades por este magnífico post.

Un fuerte abrazo.