30 de octubre de 2007

Pensamientos asociados a la Felicidad

Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas.
Pablo Neruda (1904-1973)
Los hombres olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente y no una condición de las circunstancias.
John Locke (1632-1704)

Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías mientras aguardan la gran felicidad.
Pearl S. Buck (1892-1973)
Desciende a las profundidades de ti mismo, y logra ver tu alma buena.La felicidad la hace solamente uno mismo con la buena conducta.
Sócrates (470 AC-399 AC)
Mi felicidad consiste en que sé apreciar lo que tengo y no deseo con exceso lo que no tengo.
Leon Tolstoi (1828-1910)
La felicidad siempre viaja de incógnito. Sólo después que ha pasado, sabemos de ella.
Anónimo

Ahora, si lo prefiere...siga los siguientes consejos para ser infeliz:

• Póngase siempre en el papel de la víctima
• Agrande sus problemas, de modo que parezca el único tema que merece ser tratado
• Haga que el otro se sienta mal en su compañía
• Nunca valore el afecto que lo rodea
• Haga notar que siempre le falta algo
• Preste atención solamente a sus carencias
• Considere que nadie tiene derecho a ninguna intimidad personal, excepto usted
• Sea posesivo
• Sea conflictivo
• Culpe
• Reproche
• Busque siempre en los otros, motivos de culpa

23 de octubre de 2007

La Programación Intelectual del Sapiens


Hemos crecido con la idea de ser alguien, de aceptar un camino, doctrina o ideología, de apegarnos a esquemas y valores; nos hemos separado tanto de nosotros mismos que no somos capaces de calmar nuestra mente para experimentar en la serenidad y reposo inmutable, aquello que ha sido, que es y que eternamente será.
Si hay fragmentación, surge la confusión. Si hay unidad, surge la fuerza de la comprensión.
Si no tenemos amor es porque el incesante bullicio de la mente ha inundado nuestros corazones.
Y es que las ideas y los dogmas, actúan como un refugio, como un escape; se han convertido en creencias que nos atan e impiden desarrollar nuestra propia comprensión de la vida y de sus grandes verdades, generando confusión.
La angustia del ser nace al intentar poner en orden aquello que esta confuso. Nuestra mente en su desorden pretende ordenar lo que no entiende. Si investigamos las causas de este caos y comprendemos el por qué de este desorden, surgirá natural y fácilmente el orden. Sólo el observar, sin actuar transforma radicalmente lo observado. Las ideas no transforman esencialmente al ser humano, sólo producen cambios superficiales.


Por Avedelsur


19 de octubre de 2007

La Moral Natural


“El hombre es la medida de todas las cosas...” , con esta famosa tesis de Protagoras, se da inicio al cuestionado relativismo intelectual y lo que es más discutible aun, al relativismo moral, en donde el intelecto, definido como el entendimiento, potencia cognoscitiva racional del alma humana, determinará la medida para cada ser.

Si la moral es la ciencia que trata del bien en general, y de las acciones humanas en orden a su bondad o malicia, decimos que debe existir una verdad en estos actos, y que es el hombre el que debe adecuarse a esa verdad y no pretender adecuar la verdad a su “medida” o conveniencia. Este razonamiento nos conduce a una lucha inevitable por definir “La Verdad”, situación que invariablemente derivará en posturas diversas, conforme los juicios y valores de quienes las sustentan. Algunos pensadores contemporáneos han llegado a señalar que el bien y el mal no existen pues una cosa es buena cuando nos conviene y mala cuando no nos conviene. De lo anterior podemos deducir que el bien y el mal es una cuestión de conveniencias egoístas que obedecen a particulares caprichos de la mente.

El aspecto esencial que debemos tener presente en el Hombre, es aquello que nos hermana, ¿Y cual es éste eslabón común a todas las culturas, a todos los pueblos con sus diferencias idiomáticas y conceptuales? Precisamente el proceso mediante el cual comprendemos nuestros significados existenciales, vale decir los mecanismos que nos conducen a conocernos, a interpretar el mundo en que vivimos. En esta riqueza derivada del aprendizaje social surge este conocimiento del hombre por el hombre; en el compartir, el escuchar al otro y aceptarlo en su legitimo derecho a expresar lo que él cree verdadero. Es así que nos vamos acercando progresivamente a la creación de una Moral Natural, fundamentada en el amor, como aquel sentimiento que deriva en conductas sociales de aceptación que buscan el bien del otro, entendiendo por ello, la capacidad de buscar libre y voluntariamente la perfección, en la medida que valoramos al hombre en su totalidad.
Por Avedelsur

9 de octubre de 2007

¿Qué es el Hombre?



Es un Dios encadenado que lleva dentro de sí el poder y la sabiduría divina, pero que no los puede ni sabe usar por vivir atado a la materia. Es esclavo de todas las sensaciones, ya sean placenteras o desagradables, que le llegan a través de sus sentidos.
El afán de comodidades, la avaricia, la gula, la soberbia, la codicia, la vanidad y mil diferentes estados pasionales son los que gobiernan, como dueño y señor, este microcosmo que llamamos hombre.
El yo, que debería ser el amo, se ve desplazado por diferentes deseos, estados anímicos e instintivos que se apoderan de la dirección de esta compleja maquinaria que es el cuerpo, vehículo del espíritu. El hombre no tiene un yo único, tiene miles de diferentes yoes que se van sucediendo dentro de él como en un caleidoscopio que cambia constantemente su diseño. Cada uno de estos yoes usurpa el trono o cetro que le corresponde al legítimo y verdadero yo. Este yo divino es cual rey constantemente destronado y prisionero de sus súbditos.
Quien haya sentido una especie de dolor interno de estar vivo, ha captado en ese momento el sufrimiento del yo al verse continuamente desplazado de su condición de rector de este microcosmo. Podemos comparar al hombre con una mansión llena de sirvientes que esperan infructuosamente a un amo que nunca llega. Cada uno de estos sirvientes pretende usurparlo hasta que a su vez es desplazado por otro más fuerte que él, que a su debido tiempo será también expulsado.
Éste es el terrible vacío o hastío de la vida que es tan común en nuestro tiempo. Es el yo que sufre intensamente y no desea continuar viviendo en tan adversas condiciones. Si esta situación se prolonga por demasiado tiempo el yo o espíritu puede llegar a abandonar el cuerpo transformándose este individuo en un muerto vivo, ya que solamente quedan los principios animales o instintivos manteniendo la vida en el cuerpo. El hombre, contrariamente a lo que se cree, no tiene ninguno de aquellos atributos que llamamos conciencia, personalidad, libertad, libre albedrío y voluntad, ya que todas sus decisiones son producto de automatismos o de influencias externas. La vida transcurre para él en un estado crepuscular de sopor causado por su continuo cambio de yoes. Conocemos ampliamente el hipnotismo, pero jamás hemos pensado que éste pudiera ser practicado en forma colectiva y simultánea sobre la humanidad por fuerzas planetarias que buscan su propio beneficio a expensas de la autodeterminación humana. Estas fuerzas planetarias tratan de mantener a la humanidad dormida para que no vea nunca la verdad y la realidad. Desde su nacimiento hasta su muerte el individuo vive en el más profundo de los sueños, y todo lo que le sucede “lo sueña”. Cree estar despierto; está solamente soñando. Cree ser libre; está soñando con su libertad. Cree tener voluntad propia y solamente sueña.
Extracto del libro “Los Brujos Hablan” de John Baines

1 de octubre de 2007

La homeopatía de la violencia


El hombre muere dos veces al día, nos dice la tradición Sufí. El artista, el Místico el filósofo, o el adepto de las artes marciales, debe esforzarse en saber morir a cada momento, fundirse en cada gesto, proyectarse en cada flecha, encontrar en su propio interior la fuente única del verdadero conocimiento trascendental y de la inspiración. Esta es la Ley básica del verdadero progreso y la enseñanza mil veces repetida y jamás del todo comprendida, de los grandes maestros de la vía. La lucha exterior es siempre la consecuencia visible de la propia guerra interior, la eterna batalla del alma por la conquista de sí misma.
Las artes marciales a condición de ser estudiadas dentro de un marco espiritual, aparecen como técnicas de una extraña eficacia en la búsqueda del equilibrio y la paz interior. El no iniciado en las practicas de estas ciencias, se preguntará con toda justicia ¿Cómo se puede llegar a la paz a través de la violencia? Por respuesta evocaríamos el antiguo principio que dice “lo similar se cura con lo similar”. Es necesario buscar en uno mismo las raíces de la guerra, de la injusticia, o de la ignorancia y combatirlas con una singular terapia; un poco de violencia en el momento oportuno, en la dirección oportuna, y con la dosis oportuna. Hacer estallar la guerra exterior con un poco de guerra interior.
Las artes marciales son la homeopatía de la violencia. Esta declaración tomará por sorpresa a numerosos practicantes del Budo en Occidente, que sin saberlo se han estado entregando durante largos años a una verdadera autocuración que nos lleva al encuentro de la perdida unidad del Ser.

Palabras de un Sensei