El hombre muere dos veces al día, nos dice la tradición Sufí. El artista, el Místico el filósofo, o el adepto de las artes marciales, debe esforzarse en saber morir a cada momento, fundirse en cada gesto, proyectarse en cada flecha, encontrar en su propio interior la fuente única del verdadero conocimiento trascendental y de la inspiración. Esta es la Ley básica del verdadero progreso y la enseñanza mil veces repetida y jamás del todo comprendida, de los grandes maestros de la vía. La lucha exterior es siempre la consecuencia visible de la propia guerra interior, la eterna batalla del alma por la conquista de sí misma.
Las artes marciales a condición de ser estudiadas dentro de un marco espiritual, aparecen como técnicas de una extraña eficacia en la búsqueda del equilibrio y la paz interior. El no iniciado en las practicas de estas ciencias, se preguntará con toda justicia ¿Cómo se puede llegar a la paz a través de la violencia? Por respuesta evocaríamos el antiguo principio que dice “lo similar se cura con lo similar”. Es necesario buscar en uno mismo las raíces de la guerra, de la injusticia, o de la ignorancia y combatirlas con una singular terapia; un poco de violencia en el momento oportuno, en la dirección oportuna, y con la dosis oportuna. Hacer estallar la guerra exterior con un poco de guerra interior.
Las artes marciales son la homeopatía de la violencia. Esta declaración tomará por sorpresa a numerosos practicantes del Budo en Occidente, que sin saberlo se han estado entregando durante largos años a una verdadera autocuración que nos lleva al encuentro de la perdida unidad del Ser.
Las artes marciales a condición de ser estudiadas dentro de un marco espiritual, aparecen como técnicas de una extraña eficacia en la búsqueda del equilibrio y la paz interior. El no iniciado en las practicas de estas ciencias, se preguntará con toda justicia ¿Cómo se puede llegar a la paz a través de la violencia? Por respuesta evocaríamos el antiguo principio que dice “lo similar se cura con lo similar”. Es necesario buscar en uno mismo las raíces de la guerra, de la injusticia, o de la ignorancia y combatirlas con una singular terapia; un poco de violencia en el momento oportuno, en la dirección oportuna, y con la dosis oportuna. Hacer estallar la guerra exterior con un poco de guerra interior.
Las artes marciales son la homeopatía de la violencia. Esta declaración tomará por sorpresa a numerosos practicantes del Budo en Occidente, que sin saberlo se han estado entregando durante largos años a una verdadera autocuración que nos lleva al encuentro de la perdida unidad del Ser.
Palabras de un Sensei
1 comentario:
Las artes marciales no son simplemente una serie de ejercicios mas o menos complejos para defenderse que también nos servirán, sino para comprender absolutamente nuestro sentido de orden, equilibrio y comunión con todo el universo. En mi humilde opinión las artes marciales quien las honra no gusta de la batalla sólo por conseguir o ganar, es mucho mas profundo, estaríamos hablando de La Fuerza y la energía de los cinco elementos y por consiguiente del alma.
En cuanto a la vacuna homeopática, es cierto que su principio es buscar un remedio que produzca los mismos síntomas que la enfermedad padecida; entonces las artes marciales pueden ayudar a eliminar agresividad y negatividad sin necesidad de agredir a nadie.
Ya sólo me resta decir que te deseo muchos éxitos por este post que apunta bello.
Un fuerte abrazo.
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