“El hombre es la medida de todas las cosas...” , con esta famosa tesis de Protagoras, se da inicio al cuestionado relativismo intelectual y lo que es más discutible aun, al relativismo moral, en donde el intelecto, definido como el entendimiento, potencia cognoscitiva racional del alma humana, determinará la medida para cada ser.
Si la moral es la ciencia que trata del bien en general, y de las acciones humanas en orden a su bondad o malicia, decimos que debe existir una verdad en estos actos, y que es el hombre el que debe adecuarse a esa verdad y no pretender adecuar la verdad a su “medida” o conveniencia. Este razonamiento nos conduce a una lucha inevitable por definir “La Verdad”, situación que invariablemente derivará en posturas diversas, conforme los juicios y valores de quienes las sustentan. Algunos pensadores contemporáneos han llegado a señalar que el bien y el mal no existen pues una cosa es buena cuando nos conviene y mala cuando no nos conviene. De lo anterior podemos deducir que el bien y el mal es una cuestión de conveniencias egoístas que obedecen a particulares caprichos de la mente.
El aspecto esencial que debemos tener presente en el Hombre, es aquello que nos hermana, ¿Y cual es éste eslabón común a todas las culturas, a todos los pueblos con sus diferencias idiomáticas y conceptuales? Precisamente el proceso mediante el cual comprendemos nuestros significados existenciales, vale decir los mecanismos que nos conducen a conocernos, a interpretar el mundo en que vivimos. En esta riqueza derivada del aprendizaje social surge este conocimiento del hombre por el hombre; en el compartir, el escuchar al otro y aceptarlo en su legitimo derecho a expresar lo que él cree verdadero. Es así que nos vamos acercando progresivamente a la creación de una Moral Natural, fundamentada en el amor, como aquel sentimiento que deriva en conductas sociales de aceptación que buscan el bien del otro, entendiendo por ello, la capacidad de buscar libre y voluntariamente la perfección, en la medida que valoramos al hombre en su totalidad.
Si la moral es la ciencia que trata del bien en general, y de las acciones humanas en orden a su bondad o malicia, decimos que debe existir una verdad en estos actos, y que es el hombre el que debe adecuarse a esa verdad y no pretender adecuar la verdad a su “medida” o conveniencia. Este razonamiento nos conduce a una lucha inevitable por definir “La Verdad”, situación que invariablemente derivará en posturas diversas, conforme los juicios y valores de quienes las sustentan. Algunos pensadores contemporáneos han llegado a señalar que el bien y el mal no existen pues una cosa es buena cuando nos conviene y mala cuando no nos conviene. De lo anterior podemos deducir que el bien y el mal es una cuestión de conveniencias egoístas que obedecen a particulares caprichos de la mente.
El aspecto esencial que debemos tener presente en el Hombre, es aquello que nos hermana, ¿Y cual es éste eslabón común a todas las culturas, a todos los pueblos con sus diferencias idiomáticas y conceptuales? Precisamente el proceso mediante el cual comprendemos nuestros significados existenciales, vale decir los mecanismos que nos conducen a conocernos, a interpretar el mundo en que vivimos. En esta riqueza derivada del aprendizaje social surge este conocimiento del hombre por el hombre; en el compartir, el escuchar al otro y aceptarlo en su legitimo derecho a expresar lo que él cree verdadero. Es así que nos vamos acercando progresivamente a la creación de una Moral Natural, fundamentada en el amor, como aquel sentimiento que deriva en conductas sociales de aceptación que buscan el bien del otro, entendiendo por ello, la capacidad de buscar libre y voluntariamente la perfección, en la medida que valoramos al hombre en su totalidad.
Por Avedelsur
2 comentarios:
Nuestra concienca y nadie más, nos indica lo que esta bien y mal.
Cada persona tiene un nivel de conciencia diferente.
Un abrazo
La Verdad, es pos si misma y no es ni buena ni mala, sólo es; no la podemos adaptar a nuestros deseos, somos nosotros quien debemos comprender esta verdad universal, nos obliga a acoger un lenguaje formal y universal.
En cuanto al ser humano; en mi humilde opinión, lo único que nos hace ser semejantes es la capacidad de amar y compartir.
Un beso.
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