¿Sabian ustedes que la ONU esta ampliamente facultada para investigar que ocurre con los experimentos que realizan Rusos y Norteamericanos en torno a la nueva generación de armas electromagnéticas que buscan modificar el clima y generar terremotos, con usos militares?
En efecto, durante 1977, una convención internacional que prohibió “el uso de técnicas militares u otras hostiles de modificación del medio ambiente que tengan efectos generalizados, duraderos o severos.” fue ratificada por la Asamblea General de la ONU. En la oportunidad se definieron “las técnicas de modificación del medio ambiente” como “cualquier técnica para cambiar -a través de la manipulación deliberada de procesos naturales-, la dinámica, la composición o la estructura de la tierra, incluyendo su biota, litosfera, hidrosfera y atmósfera, o el espacio exterior.”
Mientras la sustancia de la Convención de 1977 fue reafirmada en la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (UNFCCC) firmada en la Cumbre de la Tierra en Río en 1992, el debate sobre la modificación del clima para uso militar se ha convertido en un tabú científico.
El IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático de Naciones Unidas) organismo que tiene el mandato para evaluar información científica, técnica y socioeconómica relevante para la comprensión del cambio climático, incluida la guerra medioambiental, recibió el Premio Nobel de la Paz de 2007; sin embargo y a pesar que el ‘cambio climático’ amenaza potencialmente el futuro de la humanidad, las implicancias militares de la Geoingeniería y otras subyacentes como la alteración de ecosistemas y modificaciones artificiales del clima, no son ni objeto de análisis político, ni de investigación científica, en los miles de páginas de informes y documentos de apoyo con que cuenta dicha institución.
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